Barenboim y Argerich le volvieron a dar una oportunidad a la paz

 

Barem

     Fue el fin de fiesta más deseado. El domingo 11 de agosto, las inmediaciones de Puente Alsina se vieron desbordadas de entusiasmo, y no se trataba de un recital de rock o de un partido de futbol. Simplemente, allí se daban cita sobre el filo del mediodia el maestro Daniel Barenboim acompañado por su famosa Orquesta West-Eastern Divan, integrada por músicos israelíes y palestinos, en una alegoría en favor de la paz, en épocas de guerra y destrucción.

     Los músicos recorrieron un exquisito repertorio integrado por obras de Maurice Ravel, como la “Rapsodie espagnole”, “Alborada del gracioso”, “Pavane pour une infante défunte” y el “Bolero”, con una buena yapa: la milonga de Mariano Mores "El Firulete", en una versión que unió lo clásico con la picardía porteña.

     Así, el recital al aire libre, gratuito, donde se congregaron más de 8 mil personas, fue la culminación de una semana mágica para la música, a lo largo de la cual Daniel Barenboim se dio varios gustos: tocar a dos pianos junto a su gran amiga de la infancia, la gran Martha Argerich, dirigir a la Orquesta creada por él mismo, conducir una versión muy especial de "Tristán e Isolda" de Richard Wagner, en versión de concierto, y compartir escenario nada menos que con Les Luthiers, el pasado sábado.

     Junto a la legendaria agrupación humorístico-musical, Barenboim y Argerich interpretaron sólidas versiones de "La historia del Soldado", de Igor Stravinsky, y "El carnaval de los animales", de Camille Saint-Saens. En tanto, junto a Argerich, Barenboim interpretó el Concierto Nº1 de Beethoven y las obras de Ravel que repetiría en Pompeya, mientras que en duo de pianos, recrearon obras de Mozart, Schubert y Stravinsky

Luthiers

     Además de su virtuosismo, Barenboim es conocido por bregar por la paz en Medio Oriente. El mismo relató que “me fui de Argentina a los 9 años pero algo de lo que me dio la Argentina en esos años me quedó para siempre y es que no hay un problema de tener identidades múltiples”, resaltó el músico.

      Hablando al público, remarcó, que en este país “se puede ser polaco, judío, sirio alemán, libanés, turco y no por eso menos argentino”, y afirmó que lo “halaga” el reconocimiento popular señalando que “Lo que más me emociona es el cariño que me dan”.

     En 1999 junto a su amigo el escritor estadounidense de origen palestino Edward Said, fundó la West-East Divan Orchestra, una iniciativa para reunir cada verano jóvenes músicos israelíes, palestinos y de otros países de Medio Oriente. Sus primeras ediciones transcurrieron entre Weimar y Chicago hasta que, en 2002, se estableció definitivamente en Sevilla gracias al apoyo de la Junta de Andalucía.

     El West-Eastern Divan no es únicamente un proyecto musical, es también un foro para el diálogo y la reflexión sobre el problema palestino-israelí, que en estos días alcanza una extrema gravedad.

     En momentos en que la violencia parece no tener fin, en una zona tan conflictiva como la Franja de Gaza, parece una desafiante ironía que, durante una semana, Daniel Barenboim, Martha Argerich, y la orquesta DEWO hayan intentado dar una respuesta mucho más contundente a través de la música, y justamente con la unión de músicos israelíes y palestinos. Algo así como tratar de reafirmar un postulado que hace más de 40 años imprimió otro gran artista y pacifista: John Lennon, con aquello de "darle una oportunidad a la paz". 

Fotos: La Razón ; Martín Bonetti

 

8/2014

 

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